
Jesús, Nuestra Puerta a la Vida Abundante y Segura
Escrito por Iglesia Camino de Paz el 6 de julio de 2025
Un Refugio en Medio de la Tormenta
Con tantos desafíos, dolor y aflicción, la búsqueda de un refugio seguro y una vida con propósito se vuelve una necesidad profunda. A menudo, nos encontramos buscando respuestas y consuelo en lugares equivocados, o siguiendo voces que nos desvían del verdadero camino. Sin embargo, la promesa de Jesús nos ofrece una verdad inmutable: Él es la puerta, el acceso directo a todo lo que realmente necesitamos para vivir plenamente, incluso en medio de la adversidad.
La Palabra de Dios, en Juan capítulo 10, versículos 1 al 10, nos revela una metáfora poderosa que el propio Jesús utiliza para explicarnos Su rol fundamental en nuestras vidas. No se trata de una puerta cualquiera, sino de "la puerta", la única entrada que garantiza seguridad, provisión y, sobre todo, vida en abundancia. Esta verdad no solo nos invita a reflexionar sobre nuestra fe, sino a reorientar nuestra mirada hacia Aquel que es el fundamento de nuestra existencia.
La Puerta: Acceso Exclusivo a la Verdadera Vida
Jesús se presenta de una manera única y exclusiva: "Yo soy la puerta". Esta afirmación, repetida dos veces en el pasaje, no es casualidad. En tiempos antiguos, la puerta de un redil o de una ciudad no solo era un punto de entrada, sino un lugar de juicio, seguridad, negocios y redención. Era el acceso controlado a un espacio protegido, donde las ovejas estaban a salvo de ladrones y depredadores.
De la misma manera, Jesús es nuestro medio de acceso a las moradas celestiales y a una relación íntima con Dios. Él no es "una" puerta entre muchas opciones, sino "la" puerta, la única vía. Aquellos que intentan entrar por otros medios, trepando por la pared o buscando atajos, son identificados como ladrones y bandidos, cuyo propósito es robar, matar y destruir. En contraste, Jesús viene para dar vida, y darla en abundancia.
El Buen Pastor y Su Voz Inconfundible
La figura del pastor es inseparable de la puerta. El verdadero pastor entra por la puerta, y sus ovejas reconocen su voz. Esta relación es de confianza, intimidad y seguridad. El pastor llama a cada oveja por su nombre, las saca del redil y camina delante de ellas, guiándolas a pastos verdes y aguas tranquilas. Las ovejas lo siguen porque conocen su voz, una voz que les transmite paz y dirección.
En un mundo lleno de voces discordantes y falsos maestros, es crucial aprender a discernir la voz de nuestro Buen Pastor. Él no nos maltrata, no nos juzga, no nos acusa. Su voz nos transmite confianza, nos guía a un lugar de seguridad, paz, armonía, amor y descanso. Es una voz que nos llama a la obediencia y nos asegura que, aunque humanamente podamos fallar, Él jamás lo hará.
Seguridad y Abundancia en Cristo
Entrar por la puerta que es Jesús significa ser salvo. Pero la promesa no termina ahí; también implica "entrar y salir libremente y encontrar buenos pastos". Esto no se refiere a la libertad de volver al mundo, sino a la libertad de moverse dentro del redil de Jesús, alimentándose de Su provisión y descansando en Su cuidado. Él es el lugar donde saciamos nuestra hambre y nuestra sed espiritual.
En Cristo, estamos completos. No nos falta nada fundamental, porque nuestra vida está escondida en Él. Aunque las circunstancias externas cambien o las personas nos abandonen, Jehová nos recogerá. Él es nuestro consuelo, nuestro sostén, nuestro abrazo, nuestro abrigo. A través de Jesús, ya estamos disfrutando de las moradas celestiales, porque Él ha puesto Su Espíritu Santo, que es eterno, en nuestros corazones. Tenemos la eternidad en nosotros, y eso nos da una seguridad inquebrantable.
Un Llamado a la Acción y a la Confianza
Jesús está a la puerta y llama. Su invitación es clara: "Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). Esta es una invitación personal a salir de nuestra zona de confort, de las ataduras del mundo, y entrar en Su morada, a disfrutar de las bendiciones que Él nos ofrece.
La vida en Cristo no es estática; tiene vigor, energía y acción. Así como el ciego de nacimiento tuvo que moverse y obedecer para recibir su milagro, nosotros también debemos actuar. Necesitamos a Jesús, el Buen Pastor, el dador de la vida. En Sus manos, tenemos la entrada a la vida eterna y abundante, la energía para soportar, la habilidad para hacer Su voluntad, el gozo y la certeza de que no somos perdedores, sino vencedores en Él. Levántate, levanta tus manos y dile al Señor que le necesitas, que quieres que Él sea tu guía, tu pastor, quien provea a tus necesidades y te libere para servirle, alabarle y glorificarle.